Acuosa charada

Miran sus ojos, terribles por mirarlos los míos duelen. Esconden su arma más poderosa en un destello que pasajero lastima, ruin, austero, huye de mi herida, es también suya como mía. Me gusta su espalda cuando escapa, su pupila esquiva. De mi cuerpo: lagrimas que el viento transporta. Indiferente, me mira, me controla de costado mientras se aleja suave. No creo que quiera irse, no creo ni conservo nada que no lastime. Tal vez el mundo entero se mueve, y ella, (confinada a encontrarme una vez al año) esperará siempre en aquel remoto lugar de la galaxia; histeria mediante, distante, contradictoria. Me mira una vez más para matarme y se desprende de lo real que la hacia el único conector latente con mi esperanza, esperado, esto no cesa con la suerte. Hiriente charada, se ríe desesperada cuando la traga el río, y de pronto se calla. Gira con su cabeza a gacha, gira para mostrar su cuerpo desnudo y la totalidad de su cara, se arrastra la penosa lagrima que conserva lo inerte. Acuosa se desarma.